Para respetar la dignidad y desde una relación plena: aceptar la autonomía

20/04/2014

Podemos acercarnos al concepto de autonomía partiendo de la idea de respeto a la dignidad de la persona en el ámbito asistencial en el que nos encontramos.

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La dignidad se basa en los principios de la ética universal considerados como “prima facie” (que tienen carácter absoluto y son percibidos como obligatorios): autonomía, beneficencia, no-maleficencia y justicia. Desde el principio de autonomía, respetar la dignidad supone aceptar al otro como ser autónomo con plena libertad de conciencia y agente de su propia vida.

 

En Gorabide, la autonomía se concreta en la Carta de Derechos y Obligaciones de las personas usuarias como derecho: “tengo derecho a que se desarrolle mi autodeterminación y se respete mi capacidad de gestionar mi vida a mi manera en aquellos ámbitos de mi vida que sea posible”. Hemos de tener en cuenta que nos encontramos en el nivel “micro” o privado de la relación asistencial (relaciones entre la persona que necesita apoyo y sus familiares y allegados y profesionales). Nuestra obligación en este ámbito privado para que la persona con necesidades de apoyo tenga una vida digna y atendiendo al principio de autonomía, será la de respetar su individualidad y ayudarle a apropiarse lo más posible de su vida.

Para ello, necesitamos conocer sus necesidades y valores, valorar su capacidad para decidir y proponer intervenciones adecuadas a su modo de ser y sus necesidades. Todo esto es lo que recoge el principio de autonomía, que no es otra cosa que respetar el derecho de las personas a gestionar su vida privada de acuerdo a su modo de ser concreto. Pero como en otros muchos aspectos en el crecimiento como personas, esta autonomía, únicamente se podrá desarrollar en la relación con los otros. Será fundamental esta “mirada hacia el otro” para que podamos apoyar a la persona con discapacidad en el camino hacia su autonomía.

Así, discapacidad, dependencia, interdependencia son términos que se sitúan como claves de la relación para promover la autonomía. Se trata de evidenciar y compartir la interdependencia, asumir riesgos implicando en la toma de decisiones a la propia persona, creando expectativas realistas aunque ambiciosas, reconociendo los éxitos, evidenciando la sensibilidad a ser influido por el otro, resaltando capacidades e identificando limitaciones, también las propias, evidenciando los aprendizajes de los fracasos. Con empatía, respeto y afectuosidad.

COMITÉ DE ÉTICA DE GORABIDE